Por Iñaki Estívaliz
San Juan, 1 ago (INS).- La heroína nacionalista Lolita Lebrón, quien murió hoy a los 89 años de edad, era una devota creyente católica dotada de una profunda espiritualidad cercana al misticismo.
El artista multidisciplinar Heriberto González rememoró hoy a Inter News Service (INS) un episodio representativo de la religiosidad de Lebrón que al también músico le quedó marcado para siempre.
Lebrón, junto a Rafael Cancel Miranda, Irving Flores y Andrés Figueroa Cordero, que habían asaltado el Congreso de EEUU en 1954, acababan de llegar a Puerto Rico en 1979 tras ser indultados por el presidente Jimmy Carter después de permanecer 25 años encarcelados.
El poeta Francisco Matos Paoli (Lares, 1915-San Juan, 2000) organizó a los liberados un recibimiento en su casa de Río Piedras.
Sobre el techo de la vivienda, “con la luna como candileja”, se representó una adaptación teatral de la obra Canto de la Locura, con Zorayda Barreto y Coqui González, entre otros, como actores y con Carlos Bedolla, Myrna Oliver y Heriberto González como músicos.
La mayoría de los asistentes “eran personas muy religiosas, además de que se conoce que Matos Paoli era practicante de la "fe espírica", como él la llamaba”, recuerda González.
Le regalaron a Lebrón “un ramo de rosas espectacular, que hubiera sido la envidia de cualquier mujer, eran docenas y docenas de rosas rojas”.
La luchadora por la independencia de Puerto Rico comenzó entonces a desojar los pétalos y los fue acercando, de uno en uno, a la boca de los presentes, como si fueran obleas (ostias).
“Fue como un ritual de comunión. Veíamos a Lolita como una alta sacerdotisa en trance místico, como en cámara lenta, fue una cosa bien hermosa, tenía el pelo muy blanco que bajo la luna llena se teñía de azul, contrastando con el rojo intenso de los pétalos”, rememoró González a INS.
Lebrón, afectada por la muerte de sus hijos y otros familiares mientras estuvo en prisión, nunca ocultó su fervor religioso.
En una de las últimas entrevistas que concedió en su residencia de Guaynabo, Lebrón invitó al periodista al santuario de estampas e imágenes religiosas en una habitación donde pasaba las horas tejiendo y rezando por los jóvenes puertorriqueños.
También mostró un grueso volumen de hojas con anotaciones en el que preparaba un libro que quería publicar antes de morir con las “revelaciones” que Dios le había hecho durante sus años de cautiverio.
Uno de sus compañeros de asalto, Cancel Miranda, aseguró hoy que Lolita “no morirá nunca”. INS
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