Detective privado de la familia Cacho escribe libro sobre sus pesquisas en caso Lorenzo
jueves, 12 de agosto de 2010
02:43 p.m.
Iñaki Estívaliz / Inter News Service
El detective privado Milton Rodríguez, que contrató la familia de Ana Cacho, la madre de Lorenzo, el niño que murió en extrañas circunstancias el pasado marzo en Dorado en un caso aún sin resolver que sigue conmocionando a la opinión pública de Puerto Rico, ha escrito un libro contando las experiencias que vivió durante su investigación.
El libro, que será presentado la próxima semana y que se prevé esté en las librerías antes de que concluya agosto, pretende mostrar los pormenores de una controvertida investigación desde el punto de vista del investigador privado con la intención didáctica de explicar cómo trabaja un detective.
En “El caso Lorenzo: Las vivencias de un detective privado”, Rodríguez, ex policía y fundador de la compañía R.T. Security de seguridad e investigaciones, trata de dar “al lector la oportunidad de ponerse en la escena y que se puedan contestar muchas preguntas que tienen, que saquen sus propias conclusiones”, indicó hoy a Inter News Service.
“Quiero llevar al lector a la escena a través de mis ojos. La persona común no sabe los tecnicismos de cómo se trabaja una escena”, insistió Rodríguez, quien después de unos 40 días en el caso fue despedido por la familia Cacho, asegura, porque “a Doña Ivette (abuela de Lorenzo) no le gustó las teorías” que presentó el detective.
Según el investigador privado, las evidencias de sus pesquisas concluían que el crimen fue cometido por alguien que estaba en la casa y que era conocido por el niño y no, como quiere creer, o quiere hacer creer la familia, que el autor de los hechos era alguien ajeno que entró en la casa forzando una entrada. “Desde primera instancia lo primero que descarté fue la (la teoría de) casa forzada. Quien lo hizo estaba dentro de la casa, quien hizo lo que hizo fue alguien de la casa, no fue un intruso, eso no le gustó (a la abuela). Si hay que buscar a alguien, hay que buscarlo dentro de la casa. Quien asesinó a Lorenzo no fue un extraño”, insistió Rodríguez.
Rodríguez señaló que el libro no revela grandes claves desconocidas del caso, “no pretende resolverlo”, y que prácticamente todos los datos han sido ya difundidos por los medios, pero que se describen desde su perspectiva como profesional donde no hay “nada inventado”.
Entre otras cosas, Rodríguez se decidió a escribir el libro por “la desinformación” sobre “un caso triste pero bien interesante” que han provocado algunos medios de comunicación, especialmente programas de televisión que en su competencia por la audiencia han estado difundiendo “cosas que no son”.
“Al principio se empezó a criminalizar a Ana cacho sin oportunidad a defensa, luego la soltaron y ahora la están apretando otra vez”, expresó el detective, quien considera que la “competencia de algunos programas de televisión” les lleva a “llevarse la contraria y lo que dice uno; el otro dice lo contrario”.
Rodríguez, quien se tomó la resolución del caso como algo personal, sostuvo que su investigación contó con la dificultad de que sus propios clientes, los familiares de Lorenzo, no colaboraron en sus pesquisas: “nos dimos cuenta de que no recibimos nada de ellos. No nos dicen nada. Tuvimos que partir de la nada para llegar al todo”. El detective lamentó que en el levantamiento de las pruebas de la escena hubo “miles de irregularidades” desde el principio.
Los agentes no llevaban guantes ni el calzado protegido, con lo que se pudo contaminar el escenario. Esto se debió, según el investigador, a que la Policía normalmente se deja llevar por las primeras informaciones del caso, por “dejadez”, creando “confusión”.
“Si llaman diciendo que se cayó un niño de la cama, el guardia llega pensando que un niño se cayó de la cama y trata el caso como un accidente”, sostuvo Rodríguez. En el caso de Lorenzo, se recogieron las pruebas con los protocolos de un asesinato el segundo día, cuando ya la escena podía estar totalmente contaminada.
“Cuando se certifica que lo asesinaron, cambian los muñequitos, pero un objeto movido nunca regresa a su lugar de origen”, dijo Rodríguez. Entre otros detalles, el detective explica cómo la madre de Lorenzo cambiaba radicalmente en presencia de su madre, Ivette González.
“Ana es una muchacha dulce, llevadera, se puede compartir en confianza, pero en ocasiones no era así, cuando estaba la mamá era otra tipo de persona, rígida, de apariencias. Dentro de Ana viven dos personas diferentes, con la mamá era como una niña mal consentida”, dijo el autor.
El capítulo dos del libro se dedica a “La impertérrita figura de Ivette González, la matriarca”; el tercero, al “Enigma del cuarto, el vídeo de Ana Cacho, la aparición de la cuchilla y la puerta forzada”; el cuarto, a las “Teorías, huellas y vídeos”; el quinto, a los excesos alcohólicos del abogado de la familia y ex fiscal; y el sexto, al “Caso de las dos botellas de cerveza y los escalofriantes récords médicos”.
El capítulo séptimo se titula “Los borrachos, la confesión y el palo de golf”; el octavo se llama “El abrupto fin de un trabajo para hacer justicia; y los últimos epígrafes llevan por encabezado: “¿Quién mató a Lorenzo?”, “Teorías sobre el crimen”, “El trabajo en una escena criminal” y “La labor del investigador privado”.
“Cuando me contrataron para trabajar en el caso Lorenzo no pensé en escribir un libro, pero ya en la marcha de la investigación me di cuenta de detalles que poco a poco tenían todos los elementos necesarios para contar una historia digna de ser publicada. Este libro contiene engaños, amor, lealtad, traición, rebeldía y manipulación”, narra el detective en las primeras páginas del libro.
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